El futuro es de los aprendedores
Es momento de aprender.
Si una cosa tenemos todos claro desde el momento en que nos pidieron quedarnos en casa, es que este es el momento de Aprender.
APRENDER en mayúsculas
Aprender que la responsabilidad individual era la única manera de frenar un virus que ya era colectivo.
Aprender a parar: incluso quien sigue trabajando lo hace desde un lugar más reflexivo, sin correr, probablemente dando prioridad a lo importante, más que a lo urgente.
Aprender a convivir con los que están bajo el mismo techo y entre las mismas cuatro paredes las 24 horas del día. Compartir inseguridad, cierto miedo, aburrimiento ocasional, un poco de cansancio y exceso de energía difícil de canalizar a veces, lo que exige aprender a escucharse y escuchar.
Aprender a mantener -incluso estrechar- lazos. Aprender que existen multitud de herramientas que nos acercan y nos hacen sentir menos solos, menos lejos. Y ser consciente de que la tecnología nos permite estar hoy más cerca que nunca.
Aprender que todos somos vulnerables, lo que hace que el miedo se pueda expandir más rápido incluso que el virus. Pero aprender también a ser sensatos, a encontrar el punto de equilibrio. A ser responsables pero no alarmistas. A guardar la calma incluso cuando estamos asustados. Aprender a respetar las prioridades. A confiar, si eres de los que está padeciendo los síntomas en casa, en un hospital o tiene algún familiar ingresado.
Y, sobretodo, aprender a ser agradecidos por estar bien de salud, si no te ha llegado -al menos sintomáticamente- el COVID-19. Aprender a dar gracias colectivamente, como se está demostrando cada día a las 20h.
La tecnología era eso
Estamos aprendiendo, a pequeñas dosis diarias, de matemáticas, estadística y proyección de datos; de medicina y biología; y empezamos a aprehender que la globalización también provoca pandemias.
Muchas empresas y trabajadores están aprendiendo a teletrabajar sin perder el espíritu de equipo, sin perder productividad pero respetando y entendiendo que los ritmos son otros. Aprendiendo a usar plataformas de vídeoconferencia, herramientas de gestión de equipo y apps de mensajería.
Aprendemos a organizarnos, a priorizar, a definir lo importante por encima de lo urgente. Porque cuando el tiempo parece que para, el concepto “prisa” cambia de tono.
Los estudiantes también están aprendiendo a reorganizarse, a aprender con otros materiales, de manera mucho más independiente y desarrollando, poco a poco, el sentido de la auto-responsabilidad. La tecnología acerca posibilidades pero aleja la vigilancia como la entendíamos hasta ahora: ahora el profesor es la guía, el acompañante, el que resuelve dudas y marca el camino pero no necesariamente quien da todo el contenido, sino más bien quien lo selecciona. Y es que el contenido está en la red, lo que debemos enseñar es a elegir la que vale y la que no (o no tanto). Tal vez, ahora sí, nos acerquemos a la educación como la contamos en los blogs, la compartimos en foros de educación y la reivindicamos desde diferentes atriles.
Volvemos al origen real de las Flipped Classroom y todo lo que ello permite: autonomía, ritmos personalizados de cada alumno, tiempo para reflexionar sobre el contenido y una evaluación más basada, finalmente, en competencias y habilidades, donde pesa más la reflexión, análisis y resolución que la memorización sin comprensión.
La tecnología disgrega las fuentes, hace que cada una sea más prescindible por si sola pero indispensable en su conjunto. La “razón” queda repartida en trocitos tan pequeños que ninguno pesa suficiente como para convencernos; ojalá esto nos lleve a seguir buscando argumentos y motivos para acabar quedándonos con un poquito de cada uno.
Y de repente, cuando más separados están los estudiantes como grupo, la tecnología les permite, por fin, aprender unos de otros. Paradojas del futuro.
En Beta permanente
¿No sientes que el mundo ha parado, sobretodo, para darte tiempo para aprender?
Percibo una sensación generalizada de oportunidad para actualizar conocimientos y aprendizajes; de momento perfecto para aprender cosas nuevas, actualizar habilidades y conocimientos gracias a todos los recursos que la red pone a nuestra disposición. Ese MOOC que teníamos a medias, ese curso para el que nunca encontrábamos el momento, ese libro que teníamos en la lista de lecturas pendientes…
Todo eso que nunca tenemos tiempo de aprender, aquellos conocimientos que adquirimos como podemos casi sobre la marcha, podemos aprenderlo ahora con el tiempo que merece.
Y ante la duda de por dónde empezar a aprender, el virus nos ha mostrado, casi como en un escaparate, los temas que es necesario aprender, en mayor o menor profundidad. Hemos vivido en menos de una semana la rapidez, incertidumbre y cambio constante de la era en la que estamos. La realidad nos ha mostrado que debemos ser capaces de actualizarnos constantemente y lo más rápido posible.
- Entender el mundo digital, que es donde nos hemos venido a vivir full time desde hace una semana.
- Adentrarnos en las posibilidades tecnológicas para entender cómo usarlas para crear una sociedad más cercana y un planeta más vivible.
- Aprender a trabajar con los datos para conocer, prever, proyectar y mostrar lo que está pasando, ha pasado o puede suceder.
- Innovar en modelos de negocio que nos ayuden a remontar el mercado cuando por fin destruyamos el virus.
- Habrá que aprender a liderar a equipos que no siempre están presentes físicamente; a motivar para poder confiar y crecer juntos.
- Se hace más necesario conocerse a uno mismo y saber entender a los demás: empatía por encima de todo.
- Pensamiento crítico y analítico para saber detectar tendencias del mercado y poder adaptarse con cierta rapidez para sufrir menos.
- Entender el impacto social y medioambiental de nuestras acciones, a nivel individual y empresarial: entender que cualquier solución empresarial debe tener en cuenta cómo actúa, afecta y aporta a nivel colectivo.
- Capacidad creativa para encontrar nuevas maneras de relacionar lo que ya sabemos, para dar lugar a soluciones nuevas. Nos harán falta para reinventarnos positivamente a partir de mañana.
- Learnability, cómo no, para entender cómo aprendemos y poder, así, aprender aún más rápido y más eficientemente.
Hay mil maneras de desarrollar estos conocimientos y habilidades: en formatos, canales y temáticas. Por tu cuenta o acompañado. Con visión global o con aprendizaje profundo. Define tus necesidades y motivaciones; audita lo que ya sabes y analiza qué te falta. Aprende algo nuevo o desaprende para cambiar la mirada.
Lo bonito es que hay ganas de aprender. En realidad, siempre las hay: somos curiosos por naturaleza y esto nos lleva a una búsqueda constante de aprendizaje.
Hasta ahora nos faltaba tiempo -o nos sobraban excusas-. Ahora, por fin, nos sobra tiempo y nos hemos quedado sin excusas. Salgamos de esta con la lección aprendida.
Hoy más que nunca, el futuro será de los aprendedores.